MEMORIA DEL CUERPO

TEXTOMEMORIA DEL CUERPO

MEMORIA Y ARQUITECTURA

Desde los tiempos de Hegel comenzó el problema de la decadencia del arte, como parte de una evolución cultural. En 1939, el pintor francés Paul Delarroche declaró: “Desde hoy la pintura ha muerto”; por el descubrimiento de las imágenes fotográficas, las cuales lograban retener en instantes un mundo importante de la realidad.

La concepción actual del “arte”- pintura, poesía, música- pudiera significar por un lado el fin del término, y por el otro, la renovación del mismo. Se dice hoy día que se vive una crisis de identidad: las galerías no saben lo que venden, por la invasión de pintores aficionados que no reconocen lo que hacen, ni los críticos saben lo que dicen, porque no saben de lo que hablan y según me afirman “es una situación desagradable”. Sandra Pani es una pintora preocupada por el uso de la pintura: “vale más hacer cinco buenos cuadros, que hacer 20 o 500 malos”. La obra pictórica de Pani muestra una preocupación por la anatomía humana, cuestionando, en momentos, la función de la figura. Tal vez no importa en sus telas el volumen de los cuerpos, sino su utilización como soporte de la tela. Es decir, se manifiestan como una mezcla de pintura y dibujo de una manera monocroma, con principal importancia en líneas y luces en las partes del sexo y la cabeza. Lo primordial es que la artista no da una visión expresionista, ni pretende una herramienta estética definida, pero habrá que detenerse en los inevitables conceptos que nos dicen algo sobre los lienzos. Las imágenes son la vuelta y conclusiva aparición de la corporalidad poética, muy presente a lo largo de sus cuadros. Así, aparecen como una obsesión –suavizada por una búsqueda del vacío-, una disimulada conciencia del uso de los deseos corporales –instantáneos y perdurables-, y una acepción de ellos en más de un sentido. Pani entiende que en el aprendizaje está también el desaprendizaje. Aprendió que lo moderno no es novedad, sino que para entenderlo hay que regresar al comienzo del comienzo, como decía Octavio Paz.

En las diversas épocas de su trabajo se observa una evolución constante, lo mismo en el trazo, concepto y forma de sus figuras que en momentos se envuelven en un lenguaje inédito que va descubriendo el propio artista. Mallarmé y Valéry nos ayudaron a entender los matices y colores del lenguaje, como signo de validez del concepto creativo. De ahí que el arte auténtico corresponde siempre al hecho de cómo es creado, cuando se deja de pensar en ello, comienza la ruptura con el arte. Pani es traducción de su propio universo. Es una alquimista que descubre líneas y colores. Metáfora lingüística que en todos sus cuadros es asombro. Baudelaire dice que el color piensa, y Pani lo sabe, por ello crea signos, analogías que son la única vía de acceso al cuadro. Todo se convierte en una presencia simbólica. Las preocupaciones de Sandra Pani no terminan en la representación de los cuerpos, también alude a la función social que desempeña el sexo en nuestro tiempo. Por ello su trabajo explora el lado místico del ser, llevando sus ideas más allá de la simple vinculación religión-hombre, en momentos con una referencia cronológica. Sus obras siempre han estado envueltas en una búsqueda que lleva al espectador contra su propia voluntad a formar parte histórica del cuadro. ¿Tienen algo en común con nosotros? Mucho, es cierto, pues el enfoque se define como una conciencia olvidada, fugaz, ante la evidente muerte que nos acompaña constantemente.

En los años de aprendizaje, las obras de Pani revelan una doble y simultanea atracción por la forma y por la figura. El cuerpo respira, encarnado en una voluntad oscura; a su vez la forma despliega grandes espacios poéticos inmóviles. Oscilación pictórica entre el mundo humano y el natural. El espacio es materia y viceversa. La pintura es austera y contradictoria. Juego sorprendente que une y desune la propia obra. Mutación pasajera, inexacta, temporal.

Sandra Pani ofrece distintas lecturas visuales; si el espectador quiere seguirlas, encontrará a una mujer que vive en congruencia con su pintura. Nos vemos sumergidos sin sabes por qué, en un estilo que no sabe de prestigio y menos de éxito comercial. Por el contrario, su trabajo quiere establecer una actitud crítica frente al arte figurativo del nuevo siglo, apoyada en renovados lenguajes plásticos.

La pintura se vuelve silencio. Cada espacio pictórico esta en constante movimiento, en continua recomposición. No digo esto como mera forma poética, sino como sorpresa visual.

A Sandra Pani

Escribo desde la sombra,
Signo vacío
Que siembra horizontes.

El viento doblega templos,
quiebra disuelve encuentra
umbral sin límites,
rumor del tiempo,
secreto, súbito, continuo:
ya no es lenguaje sino forma.

Por Miguel Ángel Muñoz, Mayo de 1999