NOTA GENERAL DEL DISCO

Denudatio Perfecta
He llegado a sentir que la idea de contactar la auténtica esencia de uno mismo es sinónimo de “denudatio”, entendido como el proceso a través del cual la imaginación, tras recibir una impresión del mundo por medio de los sentidos, elimina los accidentes, los residuos aparenciales, hasta depurar de la forma su esencia. Paradójicamente, este proceso de denudare, es decir, de “desnudar”, nos fortalece.
Hace algunos años, descubrí el texto del filósofo italiano Giorgio Agamben, titulado “Desnudez”. Él habla desde el léxico de la filosofía y el misticismo. Equipara “ser Dios” con “ser desnudo” (ese autem Deus ese nudum sine velamine est)
El pensamiento de Agamben reverbera de manera profunda con mi entendimiento de que llegar al nivel de la “esencia suprema”, es decir, a la médula de nuestro propio ser, representa no sólo el conocimiento supremo, sino también el proceso en sí mismo de llegar a conocer.
A lo largo de todos estos años, uno de los elementos medulares que han detonado mi creatividad artística ha sido la búsqueda de la identidad, la reiterada pregunta de quién y qué soy yo en el nivel más profundo, la búsqueda de la esencia de mi identidad a través del desmembramiento y la disección de mi propia corporalidad.
Esta búsqueda esta plasmada en las imágenes creadas para la exposición “Denudatio perfecta”, (Palacio de Medicina, de la UNAM, ciudad de México y Ex Convento de Santo Domingo, Oaxaca, México, 2015)
Siento un profundo agradecimiento a los compositores Javier Álvarez, Georgina Derbez, José Luis Hurtado, Víctor Ibarra Mario Lavista, Lorenzo Medina, Alejandro Romero, Hebert Vázquez, que hicieron esta música para acompañar este proceso de desnudamiento, a José Luis Castillo y el Ensamble Cepromusic.
Sandra PaniPresentación disco Denudatio Perfecta 22 abril 2016
Lo primero que tengo que decir aquí hoy es gracias, gracias a Sergio Ramírez Cárdenas a José Julio Díaz Infante, a José Luis Castillo y a Jorge Torres Sáenz por participar en esta mesa. Gracias a los compositores Georgina Derbez y Lorenzo Medina por la coordinación de este proyecto, por sus obra y por presentarme a Alejandro Romero, Víctor Ibarra y José Luis Hurtado que aceptaron participar en este proyecto y ahora puedo contar entre mis amigos. A Jorge Torres Sáenz, Hebert Vázquez y Javier Álvarez con los que tengo la fortuna de compartir una amistad de muchos años y que tan generosamente aceptaron participar en este proyecto. Y gracias a Mario Lavista, el músico de casa, por emprender otro proyecto mas juntos.
Gracias a José Luis Castillo y a todos los músicos del Cepromusic a Ellery, porque gracias a todos ellos podemos estar hoy reunidos aquí celebrando la presentación del disco, gracias a Ranulfo por su entusiasmo para concretar este proyecto.
Con este disco, la música que emergió de esta colaboración podrá viajar independiente de las imágenes y llegar a mas oídos, espero de esta manera poder retribuir a los compositores un poco de lo que me han dado.
Platicaba el otro día con un curador al respecto de cómo hoy en día los proyectos interdisciplinarios están muy de moda, y hablando sobre Denudatio Perfecta comente que la moda me alcanzó.
Desde que tenía nueve años y escribí, atrás de una caja de cassettes de las las Sonatas para piano de Beethoven tocadas por Brendel, a manera de testamento y afirmación la siguiente frase: “Voy a ser pianista y pintora”, hasta el día que después de muchos años de estudiar el piano y de una breve y desafortunada estancia en el conservatorio a los diez y seis años, decidí dedicar todas mis energías a pintar, pero eso si, sin nunca haberme alejado de la música, (soy pianista de closet). Por eso para mi este proyecto en el que se conjugan imagen y sonido, en el que mis obras se encuentran acompañadas por la música de tan talentosos compositores, proyecto en el que las composiciones emergen como reflexiones sonoras de mis obras, es un verdadero regalo con un poderoso significado. Es como si a través de este proyecto se unieran las dos pasiones de mi vida y se materializaran de esta misteriosa manera en este disco.
Desde que tenía nueve años y escribí, atrás de una caja de cassettes de las las Sonatas para piano de Beethoven tocadas por Brendel, a manera de testamento y afirmación la siguiente frase: “Voy a ser pianista y pintora”, hasta el día que después de muchos años de estudiar el piano y de una breve y desafortunada estancia en el conservatorio a los diez y seis años, decidí dedicar todas mis energías a pintar, pero eso si, sin nunca haberme alejado de la música, (soy pianista de closet). Por eso para mi este proyecto en el que se conjugan imagen y sonido, en el que mis obras se encuentran acompañadas por la música de tan talentosos compositores, proyecto en el que las composiciones emergen como reflexiones sonoras de mis obras, es un verdadero regalo con un poderoso significado. Es como si a través de este proyecto se unieran las dos pasiones de mi vida y se materializaran de esta misteriosa manera en este disco.
En mi trabajo cotidiano, al pintar o dibujar, siempre me acompaña la audición de música clásica, por lo que resulta muy natural para mi, que el espectador vea mis obras arropadas por esta esplendida música, creo que de esta manera se revela un poco el espacio intimo de mi taller en donde la música es una herramienta indispensable para crear puentes y conectarme con ese lugar de donde salen mis imágenes. La música como puente, reconexión, vehículo para tocar la esencia de lo que somos. Puedo reconocer mis búsquedas plásticas en todas las obras de los compositores, desde su personalísimo lenguaje, es como reconocer una parte de mi a través de ojos prestados, mas bien de oídos prestados, multiplicidad de capas, desnudamiento, dualidad, desdoblamiento, interior y exterior, sístole y diástole, árboles, columnas, cuerpos, movimiento y respiración
Concuerdo con lo que afirma el poeta Alberto Blanco que “el arte tiene el poder de transformar, y al primero que trasforma es al autor”. Para mi en muchos sentidos los artistas, hoy mas que nunca, tienen que lograr no solo un equilibrio entre sus diversas voces, sino que nuestro mandato nos coloca en la aventura de buscar en la insondable profundidad de lo que somos, para ser un medio que comunique cosas que vienen de lejos. De cierta forma somos canales de estas mitologías, y la obra un resultado del intento de representar el universo y nuestro lugar en él. Para mí esto se logra con la atención puesta al mundo de afuera, y a nuestro mundo interno, lo cuales se corresponden. Extraer la esencia de lo observado, al tocarla, al encontrarla, al atraparla en ese instante, ante la numinosa revelación se logra la reconciliación de nuestra dualidad entre cuerpo y espíritu, finitud y eternidad, y es en esa obra en la que depositamos toda la lucha en la que queda plasmada esta paradoja, y que hablará en nuestra ausencia a los que vienen después de nosotros de la lucha que nuestra naturaleza dual nos plantea a todos.
A veces me pregunto, ¿qué vienen a hacer a este mundo las imágenes que me habitan, qué efecto tendrán en el otro?, buscan hacer puerto en el otro señala el poeta Alberto Blanco, y añade: “La poesía (o el arte en general) tiene como objeto inspirar. Así, pues, la inspiración viene a ser, más que el punto de partida de una obra y un autor, el puerto al que se aspira a llegar en otro ser humano. Un verdadero poeta no es aquel que esta inspirado, sino aquel que logra inspirar al lector. No basta con estar inspirado, hay que inspirar. Así como para un pintor no basta con ser capaz de ver, hay que dar a ver.”
Creo que esta colaboración demuestra que en este mundo en que el arte se ha convertido en una mercancía, muchos de nosotros sabemos que el arte es muchos mas que eso y le da sentido a la vida.
Finalmente quiero terminar con un ultimo gracias a todos ustedes por acompañarnos en este importante día.
Sandra PaniA propósito de Denudatio perfecta
El título Denudatio perfecta, parece apuntar al cuerpo como territorio expresivo. Es parte de una suerte de gran apunte pictórico que muestra puntualmente la búsqueda estética de Sandra Pani, y cuyos síntomas pueden entreverse ya en las obras que la artista realiza a principios de la década de 1990. Mi pequeñísima reflexión esta tarde –en la que se entretejen las voces de Deleuze, Bataille y Nietzsche- tiene que ver con Denudatio, es decir con la desnudez, y particularmente con el acto de desnudar –pero también con desanudar- de alguna manera el sentido que está detrás de este convocar: la pintora nos congrega con el afán de romper, por un momento, las reglas de un juego que en principio ha jugado de forma solitaria. Ahí, en su soledad, un individuo se las ve directamente con el mundo. La pregunta que detona esta intervención tiene que ver con ello: ¿es posible vérselas directamente con ese mundo? ¿De qué trata una experiencia tal, y cómo es que se comparte?
Este tiento colectivo, comienza por levar anclas hacia una aventura compartida. Quien se va inicia, con ese gesto, una partida. Pero el término tiene aquí una cara doble: la que señala el ir hacia algún lugar (alguien parte, se va, abandona un sitio -quizá en busca de otro-), y otra que hace referencia al juego, es decir al territorio de lo lúdico. La partida implica entonces emprender una andanza, pero también iniciar una partida y, en ella, jugarse algo. Ninguna partida tendría sentido si, justamente, no se jugase algo en ella. Con frecuencia, jugar una partida supone que haya una apuesta de por medio, una voluntad de apuesta. Pero sólo al arte le es dado atisbar el sentido más íntimo del juego. El arte, como tirada, se lo juega todo en su partida abierta frente al mundo. Partida abierta: abrir el azar en la partida. Se abre una partida, por ejemplo en el ajedrez, desplegando con cuidado y paso a paso una estrategia que permita, eventualmente, el dominio del tablero. Se inicia, eventualmente, a la defensiva, como en la apertura francesa, o por el contrario, para quien prefiere el riesgo, se arranca con un juego al centro, con ventajas tangibles en la posición general de las blancas, si bien la reina queda, en este caso, vulnerable. Toda apertura implica en sí misma una apuesta –apuesta por el azar- y el tablero es aquí metáfora de un campo de batalla. No es el campo, aunque lo represente; pero se abre una partida de ajedrez, para luego culminar con la victoria de uno de los contrincantes. Uno subyugará al otro: alusión del sentido más íntimo de lo humano: el dominio, que es la máscara de la barbarie y que cancela necesariamente el azar. Del lado del arte, por el contrario, no hay tal desplazamiento metafórico, no se intercambia esto por aquello; o aquello como simulacro de esto.
Si el ajedrez- y el juego en general-, convocan a una partida, en el arte, lo que se deja ver es una llaga; una herida azarosa que se abre a la escucha, a la vista, a los sentidos, y que está destinada a no cerrarse jamás. Esa es la apuesta del arte trágico: cavar su propio (sin) sentido; vérselas con el azar. Frente a esa grieta primordial, todos desearíamos lanzarnos a la molicie del olvido. Sería mejor, en algún punto - y en cuanto a ella-, nunca haber atisbado o adivinado nada, ni siquiera su posibilidad. Sin embargo, nacemos de una herida primordial, que supura permanentemente, y en la que estamos, de salto en salto, vacilando entre las representaciones de la existencia. Arrojados, habitamos un mundo del que creemos saber algo, pero en el que sólo experimentamos la separación – ya Bataille se encargó de anunciar al erotismo como el lugar en el que esa escisión se funda. Decimos la herida; o algo sobre ella, y empleamos para ello al lenguaje para construirlo a través de la expresión. Lo que no sabemos, es que se trata de un mundo de objetos distanciados, y aquí se nos muestra un tercer sentido para ese partir del que hablábamos hace un momento, y que ya no sólo se refiere al viaje o al juego, sino al corte de un mundo que sólo se nos da en su reconstrucción. Disimulamos la herida caótica, discontinua, azarosa, con el andamiaje ilusorio de todo eso que sabemos, o mejor dicho, que preferimos creer saber. “El hombre prefiere querer la nada a no querer”, advierte Nietzsche al cierre de La genealogía de la moral.
“El hombre prefiere querer la nada a no querer”, advierte Nietzsche al cierre de La genealogía de la moral. En ese sentido, quizá el arte es la única instancia que aún tiene el poder suficiente como para fisurar el sistema de representación que llamamos cultura –digo quizá, y sólo quizá. Eventualmente comienza con desnudar; desnudar la mirada, desnudar la escucha, el tacto sutil de ese afuera representado que se excede a sí mismo, y nos llena de angustia -esa angustia que es lo más íntimamente humano. Esta no es una afirmación menor, en la medida en que, posiblemente, el arte nos muestre que aún es posible, en algún punto, la experiencia de lo otro del mundo, lo que a nuestros ojos y oídos permanece oculto, es decir, su desnudez. Desnudez aquí. Pero, ¿qué es entonces la desnudez del mundo? Justamente aquello que se nos sustrae permanentemente. Pero se ha dicho que la eventualidad de confrontarla nos fulminaría, como a Sémele, la favorita de Zeus; o nos tornaría en piedra, como ocurrió con las infortunadas víctimas de la Medusa. Puede que algo de esa desnudez consiga ser reflejada por el arte, aunque no pueda vérsele directamente. Pero no es posible saber o querer algo de ese reflejo, y ahí, el arte es esa negociación imposible, entre lo Real -irrepresentable, inconmensurable, indecible- y lo humano, es decir, la cultura como andamiaje ilusorio; al menos no es posible querer desde un querer que sabe lo que quiere. Se debe convocar a otro querer, una suerte de voluntad de no saber. Ahí, el arte es quizá umbral, limen capaz de mostrarnos lo trágico del mundo, y estremecernos. Es posible pensar que su poder se active en el doblez, en tanto pliegue que al desplegarse produzca un estremecimiento; pero que lo produzca justamente desde aquello aún no dicho –eso quasi experimentado y pensado por el artista en la ubicua intensidad del todavía no, que habrá de actualizarse y hacerse disponible de alguna manera en la obra. Yendo un poco más allá, se diría que nuestro deber frente al arte es sólo uno: dejarse afectar; dejarse estremecer. La verdadera Voluntad de Poder, es la Voluntad de Poder ser afectado.
¿Pero qué decir de esa desnudez? ¿Qué de ese juego que consiste en desanudar las ligaduras de aquello que se nos aparece como “realidad” -“la realidad”- para ir en pos de lo Real, es decir, esa otra instancia que marca el más lejano punto del adentro, siempre desconocido, como si fuese un casi afuera?
Señalar una vía de desfogue a la pregunta implicaría quizá convocar al poder del artista, y decir que la única obligación de éste, su supremo deber, es ponerse todo él en juego y convocar desde su herida, desde esa llaga trágica -que no es únicamente suya- la presencia suprema de la angustia. Esto sólo puede implicar quebranto, desgarramiento, disolución del sentido de la vida, como vida humana, del querer, y la aparición del sinsentido absoluto; de un cuerpo otro; de lo otro –lo aún impropio- del cuerpo.
La voluntad de crear en el artista, es una suerte de amor supremo, que no puede ser visto como tal, pues no está dirigido a ninguna humanidad como un don, sino que se lanza contra ella. Contra lo que hemos forjado como cultura: de la diversión, de la estupidez, del entretenimiento, contra la lógica de un sentido que al domesticarlo todo, nos devuelve el horror de un vacío dispuesto a devorar cualquier felicidad posible, y cuya disolución parece ya inviable. Nuestra cultura es eso: el perfecto dispositivo de ocultamiento del mundo; un mundo que, paradójicamente está ahí, y que sería inmediato, de no ser porque para nosotros, eso no tiene ya ningún sentido.
Detrás de esto se atisba la presencia e incluso el actuar de la muerte. Pero la muerte en la cultura no tiene nada que ver con aquella muerte que se convoca a través del arte. Una es representación, recuerdo de mausoleo, rotonda marmórea de espectros ilustres. La otra pasa por el cuerpo vivo, por una osamenta dispuesta a dejarse fulminar por la sensación de aquellas fuerzas sobrehumanas que están llamadas a transfigurarnos por completo. Frente a eso que hay, y que es en última instancia la nada –quiero decir, su representación-, la soberanía de la vida se yergue, con sus resplandores supremos: la suerte, el sinsentido, el azar, la fuerza, la voluntad de poder, la potencia, la diferencia en sí misma, el devenir absoluto. Prerrogativas hacia las que el lenguaje dirige todo su poder de fragmentación, y que sólo podemos atisbar con el mayor de los esfuerzos. Pero si el deber supremo del artista pasa por el emplazamiento en y desde su la herida, esto sólo es posible como transgresión, es decir, como recuperación de la dimensión trágica de la vida.
A veces me pregunto, ¿qué vienen a hacer a este mundo las imágenes que me habitan, qué efecto tendrán en el otro?, buscan hacer puerto en el otro señala el poeta Alberto Blanco, y añade: “La poesía (o el arte en general) tiene como objeto inspirar. Así, pues, la inspiración viene a ser, más que el punto de partida de una obra y un autor, el puerto al que se aspira a llegar en otro ser humano. Un verdadero poeta no es aquel que esta inspirado, sino aquel que logra inspirar al lector. No basta con estar inspirado, hay que inspirar. Así como para un pintor no basta con ser capaz de ver, hay que dar a ver.”
La partida colectiva que ha dado lugar a este acontecimiento “Denudatio perfecta”, no tendría sentido sino como transgresión. Creo sinceramente que nuestras músicas no están ahí para ilustrar, o para mostrar correspondencias, y que, detrás de un primer momento, sí, de aparentes relaciones directas, lo que se abre es, justamente una experiencia potenciada, colectiva, compartida de abismo. De eso debería tratar este ritual: de apostar por el abismo; por el no-saber. Ese sería el mejor sentido de nuestro juego, para, desde ahí convocar a nuestra voluntad de suerte. Por contagio, la desnudez de los cuerpos de Pani, nos conmina a la experiencia propia de un mundo en devenir; devenir del cuerpo en algo que tiene que ver con la alegría de una potencia que, al desanudarse, desata de alguna manera, la furia de la angustia. Ella, la angustia, es la desnudez del mundo vivida desde este lado. El canto de estas Euménides, no obedece ya al reclamo de culpa alguna, sino que nos lanza hacia aquello que queda aún por ser escuchado y vivido, desde el grito de la parturienta, abismo de herida. Desearía, finalmente, que nuestras músicas resonaran por entre los pliegues de esos cuerpos, como un canto trágico que, en la alegría que se dirige al éxtasis, signaran algo así como: por un instante -justo este instante vivido-, nos estremecemos , y somos a pesar de todo.
Finalmente quiero terminar con un ultimo gracias a todos ustedes por acompañarnos en este importante día.
Sandra PaniTexto leído durante la presentación del disco compacto Denudatio perfecta.
Escribo este texto escuchando el disco Denudatio Perfecta, creación musical sobre la obra plástica de Sandra Pani. Interpretación del Ensamble CEPROMUSIC de la música de nueve compositores, nacidos en cuatro décadas distintas, partiendo del año de 1943 y terminando con el más joven en el año de 1978.
Inicia mi escucha con L’oeuvre du temps, de Jorge Torres Sáenz y con ella el tránsito de imágenes sonoras, siempre abiertas al tratamiento interpretativo del ensamble, con las que hemos de recorrer fibras internas, cuerpos, colores y texturas de la factura plástica de la artista.
El Centro de Experimentación y Producción de Música Contemporánea (CEPROMUSIC) se crea en octubre de 2012 como un espacio de creación, experimentación y difusión de la música nueva en una colaboración entre el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto Nacional de Bellas Artes. Desde la primera audición para seleccionar a sus integrantes, realizada por Federico Ibarra, Arón Bitrán y José Luis Castillo, se establecieron parámetros muy altos para los instrumentistas que aspiraban a ser parte de este proyecto. Esa decisión no tuvo que ver con otra cosa más que con la necesidad de contar con un ensamble capaz de enfrentar los retos que exige la ejecución musical contemporánea en cuanto a solvencia técnica, imaginación, capacidad de improvisación y versatilidad estilística.
Todo ello y más seguimos escuchando en el segundo track, ahora de Víctor Ibarra, el más joven de los compositores convocados para esta colaboración creativa. Movimiento desde los colores más oscuros hasta los brillantísimos sobreagudos, con crescendos y diminuendos que oscilan desde sffff hasta ppppp y texturas que aprovechan la variedad de golpes e intensidades de arco que permiten los instrumentos de cuerda.
No es común encontrar obras contemporáneas, ya sea mexicanas o de autores de otros países, en la programación regular de las orquestas de nuestro país. Su ejecución se constreñía a algunos ensambles y músicos independientes y, por supuesto, al Foro Internacional de Música Nueva “Manuel Enríquez” que organiza el INBA en colaboración con diversas instituciones, una vez al año. Esta escasa programación de la música contemporánea en las agrupaciones estables es un tema que puede contener una larga discusión, pero me limito a decir que una de las razones para que esto suceda es la dificultad interpretativa producto de la evolución de los lenguajes musicales. Esto ha demandando, en muchos casos, una especialización para la correcta y cabal lectura de las obras contemporáneas, sobre todo de aquéllas que dejan una puerta abierta a la creatividad de los propios ejecutantes.
Escuchando la tercera obra del disco, una composición de Alejandro Romero, confirmo mis reflexiones. Deslizándose o, mejor dicho, “desglissandose” por el largo diapasón del ensamble encuentra los contrastes cromáticos, visualmente hablando, que relacionan música y obra plástica en esta invaluable colaboración.
Otro factor derivado de lo mismo es el tiempo de montaje de las obras: no toda la literatura musical es apta para montarse con tres, cuatro o cinco ensayos, que son los que realiza una orquesta sinfónica. Es necesario profundizar en los lenguajes y traducirlos en recursos técnicos instrumentales para su ejecución.
Al escuchar Bocetos para una rama (de Sandra) de Mario Lavista, cuarta en el orden, recuerdo que él mismo ha explorado permanentemente las nuevas técnicas de ejecución instrumental. Encuentro en esta pieza un poco del reposo que puede procurarnos la elaboración de bocetos, reposo no exento de pequeñas obsesiones, figuradas, por ejemplo, con la repetición de notas y acordes o con la insistencia en ciertos intervalos –como el de tercera menor al final de la pieza.
La creación del CEPROMUSIC responde a una necesidad, sí de especialización, pero sobre todo de enfoque en la música nueva. Como sucede con muchos aspectos de la música de nuestros días, la exploración y la experimentación que implica el proceso creativo no es exclusiva del compositor, sino que traslada una parte de ella al intérprete, de ahí que hoy preferimos llamarlo “creador escénico” o “creador sonoro”.
Si escuchamos la quinta pieza de esta colección, obra de José Luis Hurtado, esto nos queda claro: la composición tiene continuidad en la ejecución de la obra, de ahí que el instrumentista-creador deba elaborar una propuesta que empate con las ideas del compositor, las ideas propias y las de sus compañeros de ensamble, un reto, sin duda.
La sexta obra es de Hebert Vázquez y a estas alturas ya destaca la alta calidad de las composiciones que integran el disco. El título de la obra, Cuerpos translucidos, también nos ubica en el contexto de la creación musical que nos reúne: la obra plástica de Sandra Pani. La transparencia como una forma de desnudez, pero no una transparencia abstracta, sino objetivada en un cuerpo, que es también uno de los motivos recurrentes de reflexión e investigación de Sandra Pani. La transparencia de octavas y unísonos se materializa en una estructura rítmica que implica movimiento y se apoya en puntos de reposo hechos de silencios y notas largas que dan sustento al cuerpo entero.
Escucho la música de Georgina Derbez cuya factura demanda un arduo trabajo de ensamble. Doblajes instrumentales que deben ejecutarse a la perfección en arpegios que nos trasladan a las distintas alturas-colores de la partitura-exposición plástica, tocando tierra constantemente en una obstinada figura rítmica que nos lleva por la pieza de principio a fin.
Pienso que destaca en el disco Denudatio perfecta la conjunción entre altos niveles de creación y de ejecución. Me aventuro a afirmar que en los últimos años se ha dado una proliferación de muy buenos compositores en nuestro país. Formados en México y otras latitudes del planeta, las obras de cámara y para ensamble de nuestros compositores están formando un amplio catálogo que requiere una constante salida al público. El CEPROMUSIC hace su parte en esta labor dedicando el tiempo y la energía necesarios a lograr ejecuciones de alta calidad de la nueva música que se produce hoy, en nuestro país y en otras partes del mundo.
Pienso, mientras escucho las dos partes de la pieza de Lorenzo Medina, en la diversidad de propuestas estéticas que caben en el estrecho espacio de un disco compacto. Con referencias al jazz, acentuadas por el particular uso del clarinete bajo en la primera parte y del vibráfono en la segunda, esta obra propone sonoridades en cierto sentido más asibles, pero que además sirven como puente a un final de disco que podría resultar un tanto inesperado.
Es notable la capacidad que ha desarrollado el CEPROMUSIC de enfocarse y profundizar en los proyectos que aborda, no obstante su intensidad, cantidad y envergadura. Este es uno de los motivos para su creación. En 2015, además de sus conciertos en la Sala Manuel M. Ponce, participó en el Festival de Huddersfield así como en las actividades del año dual México-Reino Unido en nuestro país, fue seleccionado para presentarse en el Rolex Mentor and Protégé Arts Iniciative con presencia de los compositores Kaija Saariaho y el becario Vasco Mendoça. También participó en el encuentro “Afinidades insospechadas” en Oaxaca, y realizó la grabación de dos discos, éste que hoy nos reúne y otro en el Reino Unido que saldrá al público en los próximos meses en dos versiones: disco compacto y acetato. Todo ello además de actividades pedagógicas y el inicio de proyecto de colaboración a tres años con el Scottish Dance Theatre.
Suena la última pieza, la única obra acusmática del disco, compuesta por Javier Álvarez quien, como es usual en él, humaniza la electrónica, proponiéndonos un colofón de colores y texturas, no obstante su título, Blanco sobre blanco. Nueve compositores, nueve obras, en un viaje sonoro hacia la plástica de Sandra Pani.
La interdisciplina ha sido uno de los ejes de desarrollo del CEPROMUSIC. Menciono algunas experiencias: en 2014 se trabajó con la Compañía Nacional de Teatro haciendo música original para la obra Ifigenia cruel, de Alfonso Reyes. Ese mismo año, en Oaxaca, se hicieron funciones de la ópera infantil La muerte pies ligeros, de Víctor Rasgado, guión de Natalia Toledo e imágenes de Francisco Toledo. En diciembre, también del ’14, ejecutó en el Palacio de Bellas Artes la música en vivo de las obras ganadoras del concurso de coreografía y música contemporáneas convocado por los programas IBERESCENA e IBERMÚSICAS con trabajos de duplas de creadores de Argentina, México y Perú. En 2015 se inicia, como ya decía, una colaboración a tres años con el Scotish Dance Theatre, que tendrá su salida al público en este año.
A iniciativa de la artista, Denudatio perfecta se concibe como una muestra de obra plástica y música, comisionando la creación sonora ex-profeso para la exposición, la cual se inaugura con la ejecución de la música en el Palacio de Medicina de la UNAM. El carácter efímero de la ejecución en concierto no corresponde a la permanencia que ostenta la mayor parte de las artes visuales. De ahí la necesidad de grabar esta música: no sólo le da permanencia al material sonoro con este CD, sino que puede incorporarse a otra forma de visión-audición, todavía relativamente novedosa, a través de Internet. Podemos ver y escuchar, y volver a ver y escuchar imágenes de la obra de Sandra Pani y toda la música de Denudatio perfecta, ver las partituras, el concierto mismo, conocer más de los autores y realizar este viaje casi sinestésico de conocimiento, placer y reconocimiento ingresando a denudatioperfecta.sandrapani.com. Por supuesto que también es necesario adquirir el disco, hágalo, se lo recomiendo.
Gracias
Sergio Ramírez CárdenasLa música ha sido, desde siempre, espacio libre de representación: toda partitura es siempre una codificación. Lo gráfico es signo de una instrucción, más no de la idea que se transforma en sonido. La música es mucho más que el código, en donde difícilmente se pondrá en juego una intensidad que siempre deviene. Le pertenece una lógica y una razón imposible. A la luz de esto, ¿cómo darnos a la tarea de establecer una relación, una trabazón, un enganche o cualquier tipo de conexión con la plástica? La plástica que es un espacio de expresión irreductiblemente diferente a la música. Considero que, si la tarea no es sencilla, tampoco es imposible.
La respuesta puede venir desde dentro de una propiedad del “tejido” humano: todo texto es posibilidad de interpretación. Lo que se pone en juego en el texto es una intensidad de la cual somos capaces de apropiarnos indefinidamente. Al interior de éste se estructura una condición contingente de albergar, de manifestar un sentido, de aclararlo, de impulsarlo en nuevas direcciones, de trastocarlo, potencializarlo. Lo que podría parecer externo al texto, su capacidad expresiva y de ser interpretado, se nos revela como algo probablemente interno, en tanto que se vuelca sobre nosotros mismos. Cada uno de nosotros reorganiza el texto y lo inviste de una nueva dimensión.
Eso es lo que puede ocurrirnos con este disco: su condición de apertura –es decir, su relación manifiesta con la obra plástica de la Sandra Pani- nos impulsa en la búsqueda interior del sonido de nueve compositores. Cada uno habrá de instaurar puntos de encuentro diferentes entre dos disciplinas artísticas. A todos ellos se les habrá manifestado una intensidad que, investida por la apertura de sentido del texto, dará como resultado una propuesta sonora disímil.
La música y la plástica nos abren una posibilidad ahí donde algo meramente humano del texto se pone de relieve. La intensidad manifiesta en dos expresiones diferentes es la que posibilita la propuesta de este disco.
(Ellery Tiburcio)NOTAS DEL DISCO
- L'oeuvre du temps
- …de la otra realidad de sí mismo
- Bruma en el pliegue
- Bocetos para una rama
- Incandescent
Frente al sepulcro de su padre, figura espectral y lejana, Marguerite Duras escribió en Abril de 1960 : “Los días, las noches pasan sobre su cuerpo, y las sombras de los tejos, maravillosamente precisas a pleno sol, barren su tumba de filigranas de oro. Y así, todo se encuentra en tal calma y lentitud que el tiempo mismo ha olvidado su obra”. De una manera que no puedo explicar con certeza, esta imagen ha impregnado la música de L’oeuvre du temps. Por otra parte, la idea misma de sedimento, cieno y fosa, contrasta con la suavidad y transparencia de los cuerpos que ondean sobre el mundo boscoso de Sandra Pani. Esta música quiere crear una tensión entre esos dos universos, y justo ahí, desdibujarse al olvido del tiempo.
Jorge Torres Saenz“Dualidad y transformación” es el nombre de la exposición que Sandra Pani presentó en el Museo Diego Rivera en septiembre de 2009. A partir de esta contundente muestra de su trabajo, el compositor y filósofo Jorge Torres escribe un artículo en el que habla, entre otras cosas, de conceptos que me parecieron por demás interesantes: la condición equívoca y dual de la naturaleza humana, de nuestra realidad reconocida como doble; de la noción de un pliegue original y a partir del cual se desdoblan a su vez multiplicidades y reconfiguraciones infinitas; de los dobleces consecutivos que dan pie a que la cognición de un “desdoblamiento primordial” logre que nuestra conciencia interior y exterior se confundan; de una suerte de metamorfosis “del sí mismo como otro, al otro real. De la realidad de aquel otro, a la otra realidad del sí mismo”. La partitura en cuestión sería entonces frente a esto, una especie de propuesta de diálogo establecido con la obra de Pani a través de las palabras de Torres Sáenz.
Durante el proceso de escritura de esta pieza, la exploración reside fundamentalmente en la apropiación de ese estado de conciencia. La exploración de ésa otra dimensión sonora que me permita recrear en un lenguaje musical propio una multiplicidad de configuraciones. Busco esa correspondencia con la otra mitad del pliegue en donde se encuentra esa sensación agitada, “hervor de flujos efervescentes que son emanaciones de un devenir inagotable”: elementos constantes en el trabajo de Pani. Lo que propongo es una relectura de la dilución de la frontera entre lo animal y lo vegetal que me induce a la reflexión acerca del desvanecimiento del límite, cada vez más inteligible, entre la plástica y el sonido. “…de la otra realidad de sí mismo”, para ensamble, fue escrita en Madrid en enero del 2015 gracias al apoyo del Sistema Nacional de Creadores de Arte del FONCA (México) y de la Casa de Velázquez–Académie de France à Madrid (Francia).
Víctor IbarraEsta obra fue escrita ex profeso para la exposición de la artista visual Sandra Pani, "Denudatio Perfecta". Lo que más me sedujo del trabajo de Pani fueron los movimientos internos “atrapados” en esos cuerpos, en esas formas ambiguas. Esto me motivó a concentrar gran parte de mi experiencia visual en una idea, en un título que hablara de mi experiencia con los dibujos de la artista.
Hay dentro de esos contornos a veces apenas definidos, una suerte de movimiento que parece torcerse, ramificarse, sumergirse, quebrarse e irrumpir de pronto fuera del límite exterior, como si desde el interior rompiera su propio cuerpo brotando para seguir su curso, su naturaleza arbórea; pero también ese proceso está subrayado por la ambigüedad tronco-columna, madera-hueso que se mezclan y se funden creciendo, entrelazándose, deviniendo raíz, manos, ramas, cabeza, tronco, torso, cuerpo femenino. Sandra Pani, en algunas de sus piezas, rompe la figura y su apuesta se torna hacia el contorno, pero es un contorno fragmentado, sugerido, con intervalos que tensionan los devenires cuerpo-árbol. En el trabajo interior de cada figura hay varios tipos de flujos que en determinados momentos quedan marcados por la acentuación o la debilidad en el trazo. No obstante, lo que más captura mi atención son las capas que se forman en el tejido, son capas superpuestas, esta característica da la sensación de una imagen en movimiento, en donde se atraviesan unas con otras generando una ilusión ambigua. En varias de estas imágenes se ven sugeridas partes de un cuerpo como piernas o caderas apenas pronunciadas a los que les surgen ramas y hojas, como una especie de híbrido árbol-cuerpo, pero siempre hay una veladura, algo que opaca el contorno de cada figura, como si hubiera en ese movimiento una ensoñación que nunca es clara, siempre se percibe borrosa, como un paisaje en la niebla. Esto fue lo que me estimuló: la idea de las capas que sugieren la imagen de un pliegue, de la acción de plegarse hacia adentro; pero esa imagen en mi imaginario devino un pliegue apenas visible.
Alejandro RomeroBocetos para una rama (de Sandra) forma parte de una serie de obras relacionadas con la pintura que he escrito a lo largo de varios años. Le anteceden, entre otras, Danza de las bailarinas de Degas, Las músicas dormidas de Rufino Tamayo, El pífano de Manet, Kailash de Ricardo Mazal y Música para un árbol de Sandra Pani. En ellas he querido imaginar qué es lo que se escucha dentro del cuadro: puede ser la melodía que está tocando el joven músico en el cuadro de Manet o el sonido de una rama que mueve el viento o baña la lluvia.
La pieza pretende rendir un mínimo homenaje a la pintura de Sandra Pani, compuesta con motivo de su exposición Denudatio Perfecta. Está escrita para flauta, clarinete, violín, cello y piano (con un fa preparado. Fue estrenada por el Ensamble CEPROMUSIC bajo la dirección de José Luis Castillo, en el mes de febrero de 2015 en el auditorio del Palacio de Medicina de la UNAM.
Mario LavistaIncandescent es una escultura móvil producto de una reacción estrictamente controlada.
Su sólida y profunda estructura permite crear una superficie flexible, luminosa, hiperactiva e insaciable, en donde los diversos tipos de texturas, espacios, trayectorias y diálogos muestran diferentes ángulos y perspectivas del mismo objeto. Aunque las conexiones interiores de Incandescent son únicas e irrepetibles, la obra nunca perderá su identidad. Fue escrita en 2015 y está dedicada a Sandra Pani.
José Luis HurtadoLa pieza fue compuesta en 2014 por encargo de Sandra Pani, a quien está dedicada. Debido a que desde el principio la música estaba destinada a ser escuchada como fondo en la exposición Denutatio perfecta de la artista plástica, busqué establecer un punto de contacto sonoro con su obra. Para ello vislumbré una cortina entretejida de octavas y unísonos —los intervalos más transparentes, más despojados, del discurso musical—, a través de la cual se pudieran percibir los demás sonidos, atraído por los velos de la obra de Pani, que dejan entrever figuras delicadas, de trazos mínimos, semejantes a árboles/cuerpos humanos.
Con su textura rítmica, ligera y puntillista, su coqueteo ocasional con el jazz o alguna música popular imaginaria que confío al oyente para que dote de sentido a través de sus propios referentes, Cuerpos translúcidos pretende ser una celebración de la obra de Pani, de su vitalidad y sutileza.
Hebert VázquezCuando se me planteó este proyecto en colaboración con la pintora Sandra Pani, lo primero que hice fue visitar su estudio. Ahí me habló, entre otras cosas, del uso traído al presente de una técnica del renacimiento conocida como veladura. Ésta consiste, grosso modo, en la suma de distintas capas de pintura. Esto de inmediato me detonó la idea musical que viene de ello, la convivencia en el tiempo de varias capas o texturas.
Sandra nos refirió su gusto por la música religiosa y, en especial, por la del compositor francés Olivier Messiaen. Decidí inspirarme en la Louange a la inmortalité de Jésus, del Cuarteto para el fin de tos tiempos de dicho compositor. Por un lado, tomé el ritmo en ostinato de esta pieza y lo coloqué en registro grave del piano. Adicionalmente, coloqué en otra capa un fragmento de la melodía, compartida entre el fagot y el clarinete bajo, también en un registro grave. De tal manera, la pieza tiene al menos estas dos capas conviviendo, y no hace más que crear variaciones de esta idea; ello en el intento de lograr un todo cohesionado y coherente.
La pieza fue escrita en 2014 con el apoyo del Sistema Nacional de Creadores de Arte, y está dedicada a Sandra Pani y al Ensamble Cepromusic.
Georgina DerbezEsta obra fue escrita para el ensamble CEPROMUSIC como parte del proyecto entorno a la obra de la pintora Sandra Pani.
La pieza se puede comentar desde sus materiales y las maneras de articulación de los mismos. Así, el material armónico y “escalístico” provienen también de donde la pieza toma su nombre, de “cierto aire” de la música jazz de la década de los 50´s. En la articulación de los materiales originarios intervienen ciertos conceptos más vinculantes directamente con la obra plástica a la que se alude. Estas ideas o conceptos son:
verticalidad: derivado la idea de tronco, eje, columna vertical.
yuxtaposición: contrapunto, multiplicidad de voces, follaje, circulación constante de varias voces en un contexto reducido de una octava, material “pululante”.
disgregación y divergencia: “puntillismo divergente”, ramificación.
nudos, nodos, nervadura: eventos, centros de gravedad, abigarramientos, material rizomático.
cierto grado de apertura e indefinición: cualidad dialogante con el entorno aspirando a ser “territorio sucesivo propicio para la luz transversal“.
Lorenzo MedinaObra acusmática en dos canales compuesta para la exhibición Denudatio perfecta de la artista visual Sandra Pani. El título de la obra, Blanco sobre blanco, hace referencia al contraste que se gesta entre la luz y una sombra tenue. Se trata de una pieza acusmática construida sobre un manto de sonidos granulados provenientes de una marimba. De su interior - una especie de motto perpetuo siempre efervescente - surge una cadena de sonidos vocales que se propaga de manera gradual durante el transcurso de la obra; inicialmente como calca de la pulsación granular imperante, en otros momentos como una sombra velada y, más tarde, hacia la culminación de la obra, de forma angular y claramente perfilada. Blanco sobre blanco está dedicada a Sandra Pani, con toda mi admiración.
Javier Álvarez